sábado, mayo 5
Es ahora o nunca
He buscado en vano en el ensombrecido sueño de las cosas
las noches y los días, la razón poderosa y única, para sentirme
un hombre. Un obstáculo inesperado incierto y distinto, cruza
y crece dueño de mis pensamientos como una nube quebrada
de lágrimas desgarrada de versos y tormentosos destinos.
He cruzados los cielos de las pasiones sin que mis cabellos
se moviesen un palmo de su sitio, impasibles como el hielo,
impacientes como mi esperanza y como ella, presto al sacrificio.
He cruzado el ancho valle de mis defectos y muy a mi pesar
los he sopesado reconocidos como propios, como una agónica
prolongación de mis afectos y mis odios, a veces.
Con creces he pagado actos ciegos de impulsos que han hecho
que en mi lecho me avergüence de llamarme hombre y de mi pobre pulso. He desgarrado el velo de la tristeza mirando al fondo de
infinitas conciencias sin el parpadeo certero que logre afrentar
mi existencia, impertérrito de flechas y de arqueros.
He sido. Y volveré a ser. Pero quisiera llamarme EL HOMBRE
así como suena, con fundada pena debo admitirlo:
no lo soy. Ni lo seré hasta el momento en que la desconocida
voz lo pronuncie. Esa hora en que se me anuncie la buscada
condición y el perdón de las ofensas que batallan las conciencias
con mística paciencia, entonces mi objetivo inalcanzable
será alcanzado: entregaré mi cuerpo al develado misterio
y sabré de mi vida: el resultado.
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