jueves, enero 31

Eso de vernos...

Inexorable, la furia de la lluvia cae impermeable a los sentidos y he decidido esta tarde, (muy a mi pesar), comenzar a pensar... en extrañarte. En recordar tus ojos, morenos y grandes, y tu sensible imagen cuando pude tenerla. y tus labios con perlas que me sonrieron antes, atreverme a soñar que te tuve a mi alcance, en el fugaz segundo de tus hombros distantes, en la cómplice sonrisa de la común unión de dos almas. O en la calma que nos daba saber: que estábamos, que nos veíamos, que nos creíamos sin necesidad de tenernos, solamente de pensarnos, de pensarnos lejanos. Lejanos y amantes. Entonces decidí regalarte estas alas, para que vueles, donde me recuerdes. Para que la imagen desborde de sueños los hombros impenetrables de mis ojos, en el acérrimo antojo de intentar el encuentro, mientras el vino lejano del beso nunca dado, me llene las manos y el alma, de la ansiada calma de haberte tenido, por una vez, frente a mí: tanto es lo que te recuerdo… y lo que te he querido.