en la terca resolución del destino que ha puesto tu vino
lejos de mi vaso, que ha puesto tu abrazo en el desatino
incólume de perder tus pasos,
que ha conseguido que esté triste cuando nadie me escucha,
que ha convertido en lucha el intentar besarte
que ha llenado de viento mis venas vacías del regazo
doloridas tras tus besos nunca dados
y sospechados ardientes y llenos del ocaso
de estas lágrimas que escuchan en las noches
el sonido de tus pasos.
Como dos extraños, tan lejos y tan cerca,
apoyados en la alberca húmeda que refleja nuestros espejos
despavoridos al inmenso dolor de esta mentira
que nos trasmuta y gira
odiosa de infortunios, con un sorprendente plenilunio
de versos angustiados y de gritos en silencio,
con un dejo infinito de amargura
que coloca las figuras de extrañados besos
donde nuestras bocas no alcanzan, donde danzan
los nocturnos deseos y precisamente donde no me atrevo
a clavar mi lanza.