jueves, febrero 9
LLUVIA DE NOSOTROS
Ustedes no lo saben, pero en mi pueblo:
llueve. Los míos duermen preparando el mañana.
El lugar de mi cama, compuesto y vacío,
se siente leve en el albedrío de mi espacio corporal.
Y me llega el frío de la lluvia de noviembre,
siento la curtiembre de mi piel temblar en el ansia de besar
lo que mi mente sueña y decido dormir.
Al fin y al cabo, mañana debo trabajar...
quien sabe lo que a tus sábanas le haría
este pobre poeta, discutir tal vez, una porfía
desvelada, o tal vez la nada, de mis pobres letras
o quizás la terca decisión de alcanzar la madrugada
en sueños de besos y caricias entre tanta distancia...
Deja que la lluvia llore el amor perdido de tormentas pasadas,
de la nada inventaré una cascada de risas y caricias,
en la brisa vendrán los soles que tanto necesitas,
tornare mi cintura tu refugio necesario
y no habrá diccionario
capaz de encontrar palabras, para decir lo que te amo...
Entonces alborotarás mis ojos con tu sola presencia,
desbaratarás de ausencia
mis antojos de tristeza y en la noche que empieza,
pondrás telón de besos al embeleso mágico
de mirarte enamorado cuando duermas...
MI PROPIA MUERTE
Me pregunto donde andará mi muerte en este momento
con su rutinaria suerte, posponiendo el viaje
de golpear en mis cerradas ventanas que verán sorprendidas
el bagaje de su fuerte voz, llamándome por mi nombre
para cargar mi equipaje.
Quizá mañana, en mi puerta se presente,
pálida y angelical de besos reconstruidos,
tal vez no la vea, tal vez me haya ido,
tal vez mis sentidos huelan su presencia y entonces muera,
tal vez no del todo, le pediré un momento
para dejar estos versos a mis amigos, para no llevar conmigo
esta fatídica herencia de papeles y letras,
con el infantil y caprichoso pretexto
de eternizar mi ausencia...
Tendrán entonces mis letras que llevarán mi alma
hasta sus manos adonde el arcano
superfluo desvanecerá el misterio
de mis pasos y sabré que existo, camino al cementerio
por la simple torpeza de haberlos escrito.
El infinito tiempo de no vernos se hará un segundo
y el murmullo juntara en un abrazo el profundo
valor de la amistad, apreciado y místico.
Ahora, que sus sonrisas caben en mis ojos,
les confesaré un antojo:
que un momento los tengan a su lado,
que los enojos destierren al intimo infierno
de sus labios con la porfía inaudita de leerlos.
Sean felices (pueden todavía), olviden sus malas noches
y esperen sin reproches la mañana que borre
las tristezas que dan paso
a la inesperada y acaso buscada alegría.
Yo, desde donde esté, alimentaré la rebeldía
de seguir escribiendo, para que el ocaso de mis pasos
aclare los trazos de mis pobres versos,
y borraré de un plumazo la tristeza de no verlos.
ESTA LLUVIA (fragmento)
Como el mar de ancho es el silencio
encantado de esta lluvia implacable
y extrañado, como un sable que gotea el cáliz
que aun no hemos perdido.
Así mi sangre aún te llama en cada sábana,
cuando solo y tendido,
te llamo entre lagrimas porque se
que me has perdido...
Esta lluvia de mayo ha renovado
a pesar de mis sueños, los dueños
de las noches plagadas de esos versos,
y me antojo un fantoche que desespera y habla,
tal vez a la luna, quizás a la nada,
cuando sólo me encuentro,
como una plegaria que inútil resucita
haciendo derroche, lastimoso y triste,
de aquellas palabras que le llegan
como esta lluvia: sutil y solitaria...
porque se me hace la nada saber que existes
pero no existo si tú no me acompañas...
no he podido hilvanar una poesía que me sirva de consuelo,
triste y en el desvelo, discontinuo de una vida errante,
he sufrido el alegre y continuo desplante
de aquella que se ha robado mis noches y estos besos...
COLOR DE LUNA LLENA
Ha llegado la noche y trajo en su manto caricias de amor,
instalando cautelosa y cómplice el retrato de miradas
entre vos y yo. Con instinto de mujer recorres mi cuerpo de hombre
hasta que las sombras invaden tu rostro,
entonces tus manos atraviesan con temblor de estrellas mis ojos
y mi boca, besando en ese encuentro y hacia el fondo
húmedo de esta loca pasión, hasta mi propio nombre.
Entonces: estarás ahí. Serás la rosa del color de la luna llena
que ilumina mi alma fluida que brusca
escapa de mi cuerpo enamorado
y busca soñadora e impetuosa la delicada prosa
hasta hacerla transparente en tus venas.
Se enraizará mi boca en tus palabras y me oirás decir
que los sueños se terminan pero tu no escucharás más que mi latir.
Sonarán campanas lejos, muy lejos de nosotros
más allá de la misteriosa noche,
que acudirá sorprendida a mirar nuestro encuentro,
asomando su rubor de feliz melancolía
desde la ventana ancha del horizonte.
Y cuando el alba despunte caricias sobre
los dormidos campos, nos separaremos
besándonos con los ojos, soñándonos con las manos,
será un Hasta Siempre que flotará en el aire ?
o tal vez un Hasta Mañana ?,
que mentiremos después
con la bondad impía de aquellos sueños
que mentiremos después en los recuerdos
que lavarán las lagrimas.
ESA MUJER DESCONOCIDA...
Lánguida sonrisa de caricias envueltas en billetes sin sonido, impávido sentido de tu piel revuelta a mi contacto, al rebajado trato de tenerte conmigo y poder abrazarte y contarte al oído aquello que nadie puede escucharme, en la noche que amanece y se crece dulce y tranquila, por aquellos billetes dormirás con mis sueños en fila...sintiéndome tu amigo.
Escucharé repentinos besos de madrugadas terminadas en adioses lentos que no repiten el sueño, esa cosa prostituta de vernos y no vernos, tal vez un silencio, una caricia adosada a la mejilla desacostumbrada y después, la frágil semilla que no dará la flor por distintos miedos....porque infinitos y distintos tiempos se suceden entre nosotros: ay!...el potro desbocado del silencio galopa su costumbre eterna en la terca irrealidad ceñida al descontento. Intento verte y no lo logro, el ogro de mis ojos todo lo ciega esta mañana y una lagrima a modo de consuelo intento, vana, pero aun así, te extraño y me desespero: de ver en tu cara la cara de una repetida mujer tan mía y tan lejana...de metálicos intentos.
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