martes, marzo 21
Perfume de mujer...
Un sueño irreal,
cruzo la mística noche de palabras sueltas
curiosa señal entreví en el llamado a mi adormecida puerta
y adiviné en el instintivo ademán de hacerte pasar
que tu eras aquella.
En vano lucharon el corazón y el deber
(de hecho, nunca supe quién ganó la batalla)
de sólo saber que habías entrado solo por ver
mis febriles manos escribir tu nombre, me hizo otro hombre,
ni mejor ni peor, y descifré los arcanos
lentos de un compartido amanecer.
No nos respondimos nada, no nos exigimos preguntas,
recorrimos ávidos la intimidad velada
y ya nada pudo contra el deseo y el amor,
la irrepetible y trasunta
vanagloria quedó en el olvido y como al descuido,
instalamos en la alta noche un noche para acunar el dolor.
Las marcas indelebles que establecen el cariño
nos hicieron niños y como tal he sido feliz,
el negro deslizado en tu vestido de novia
convocó a la parodia de un sueño baladí:
así te recuerdo, fatalmente loco y enamoradamente cuerdo
entrando por la puerta de pasión que nos desune,
con lágrimas y vestida
con dos gotas de perfume, sólo para mí.
Sólo un espejo.
Voy por la vida como un espejo
y soy solamente un hombre. Nada más
que eso. En mí depositó alguien que
desconozco, bajo este cielo infinito
de sueños, su legado de caricias divinas.
Mi humilde mente, humildemente, no alcanza
a penetrar los misterios de la noche
que me rodean con sus voces en mi senda,
entonces, me apasiono y lloro por
todos nosotros y río alegremente
por los que vendrán a continuar la leyenda.
El calendario perpetuo de oros y días
tendrá, bajo la luz de un pensamiento divino,
una poderosa razón de ser dentro mío
y alcanzaré algún día, el final inalcanzable
de este camino: quizás aún así no me
sean reveladas las causas por las que existo.
Soy sólo un espejo.
Mis actos ya han sido ejecutados en las anteriores
noches de los tiempos por otras manos
con distintos sueños, tal vez, con mejor fortuna,
con otros convencimientos.
Dentro mío, vive el pasado con fuerza
por derecho propio y se agazapa el futuro
que no alcanzo a comprender con sus duros
interrogantes que aterran.
No me ha sido otorgado el derecho de saber o conocer,
he sido limitado, estoicamente, al acto de
la fe:
en mí y en los demás. Buscaré
en mis propias huellas el camino de mañana
avanzando a ciegas, buscando no se que cosa
en esta telaraña.
Soy la vida, soy un espejo, soy nada.
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