Fuiste la mirada calma,
el volcán callado que presumía el enojo,
el antojo de de un mundo soñado
en las largas charlas de histórica justicia,
con la férrea avaricia
de guardar con vos
aquellos ideales que compartimos de a dos,
entre mates largos y fuegos sagrados.
Fuiste un hombre extraño (y quedamos pocos)
de aquellos soñadores, que se vuelven locos
con sagradas utopías, cuya única Biblia
fue la voz de la calle, con un traje al talle
que hablaba de hambre, de pobres, de villas.
Fuiste un buen amigo para los que sufren,
y un mejor enemigo para los envilecidos,
para los canallas, para la oscura laya
de uniformes y gritos, a ellos,
desde el infinito los perseguirá soñada panacea:
la quimera de Atilio, en donde no haya pobres,
donde a todos nos sobre…comida e ideas...
miércoles, junio 10
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